La productividad no se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor. Muchas veces confundimos estar ocupados con ser productivos, y eso lleva a frustración. Adoptar un sistema que se adapte a tu ritmo de vida puede marcar la diferencia entre sentirte abrumado o avanzar con claridad hacia tus objetivos.

Métodos más efectivos: la técnica Pomodoro ayuda a mantener la concentración en bloques de tiempo; el método GTD (Getting Things Done) organiza tareas en pasos accionables; y la matriz de Eisenhower permite priorizar entre lo urgente y lo importante. No todos funcionan igual para todos: el secreto está en probar y adaptar.
Error común: llenar la agenda de actividades sin margen para imprevistos. La productividad real necesita flexibilidad. Además, es clave revisar al final del día qué se logró y qué puede mejorarse.
Tip extra: no descuides el descanso. El cerebro necesita pausas para mantener un rendimiento alto. Un trabajador descansado produce más en 6 horas que uno agotado en 10.
👉 ¿Tienes un método de productividad que uses todos los días o vas improvisando según las circunstancias?

